Agustín Francisco Morales Languasco. (Datos Biográficos)

Agustín Francisco Morales Languasco.

Diccionario Histórico Biográfico-Rufino Martínez. (Pág.332)

MORALES, Agustín Francisco. Puertoplateño, hermano mayor de Carlos F. Morales Languasco. Nervio de la llamada juventud del 86. Como era de alto y membrudo, así tenía el espíritu de vigoroso, insuperado como resuelto, valeroso y tenaz combatiente de Heureaux, prometía el más gallardo producto de toda la gente moza representativa de los nobles y avanzados propósitos frente a la persistencia de la rutina torpe y vulgar en el manejo de la cosa pública. Carácter entero, asentado sobre la base diamantina del honor, no pudo ser arrastrado ni asimilado por la tiranía, y se fue al exilio el año 1888, no a dejar pasar el mal, sino a conspirar, viajando por las Antillas y el Continente, y sobrellevando con ecuanimidad todos los sacrificios anejos a tan ardua empresa. Unas veces la traición de un compañero, otras, la persecución artera de la tiranía le salieron al encuentro, hallándose siempre alerta e irreductible.

Para el Movimiento de los Bimbines fue el removedor de los obstáculos en la adquisición de recursos de guerra. De la Expedición del Fanita desembarcada en Monte Cristy la madrugada del 2 de junio de 1898, fue el principal hombre de armas. De los primeros combatientes de importancia contra la tiranía era el único en aquella jornada. Unos, muertos ya; otros, acogidos al salvoconducto del tirano; otros, envejecidos; otros, desalentados. Su espíritu convenía más que el del jefe a la postura trágica exigida por la empresa. Pero le faltaba pericia y el don de mando apropiados a un General. Tenía no poco de impulsivo, bien que le adornaban prendas caballerescas que sabía lucir en actuaciones puramente personales.

Pasados los primeros incidentes, el choque con la tropa bajada de la Fortaleza tuvo que ser desfavorable para los expedicionarios, que no habían podido allegar el contingente de hombres con que contaban. Peleando retiróse Agustín Morales al muelle, donde pudo, con unos pocos, ganar un bote, pero tardíamente, porque perseguido por los del Gobierno, no hubo tiempo o tino para bogar el remo hasta alejarse. No por eso dejó de seguir disparando, y malherido fue hecho prisionero en el bote. Llevado a la ciudad, apenas si le alcanzó la vida para pedir agua y bebería con la sangre que le manaba de una herida en el rostro.

Vida de rectitud, de esas capaces del bien y del mal, por ser dueñas de sí, pero a las cuales no es posible tildarlas por un solo acto de desvergüenza. La extinción de un tipo como él en aquella lucha mortal contra la tiranía, significaba más que un combatiente que caía: era un valor simbólico lo que representaba. Sobrepuesto a los intereses materiales, creadores del sosiego y las satisfacciones individuales, perseguía el triunfo de una idea, en cuya realización se cifraba la felicidad colectiva, la de los otros, como quien dice, y por ella dio en holocausto la propia existencia. (Diccionario Histórico Biográfico de Rufino Martínez; Página 332).

 

En auxilio de José Eugenio Kunhardt.

A continuación un fragmento de la biografía de José Eugenio Kundhardt que, en el Diccionario Histórico Biográfico, hace referencia de una acción en la que participó Agustín Morales Languasco. Citamos:

“José Eugenio Kundhardt ocupó puesto de vanguardia como provocador de las autoridades y osado desafiador del peligro. Durmiendo en patios, sótanos o soberados, perseguido de muerte, cualquiera noche salía de su escondite y sorprendía a los agentes de la fuerza pública en plena calle, haciéndoles pasar un mal rato, o parapetado en una esquina promovía una espantosa alarma.

«El año 88 tuvieron esas andanzas su momento culminante; el choque de los jóvenes disidentes del gobierno local sería de mayor significación que el del 86. Antes de lo ocurrido el 88 sucedió que hecho preso Kunhardt, le conducía una tarde un pelotón de gente armada camino de las afueras a pasarlo por las armas. Luperón, desde una ventana de su casa le alcanza a ver cuando le llevan, y sospecha de su pronta muerte. Agustín Morales, ignorante de cuanto está pasando, se halla parado en una esquina. No bien le reconoce Luperón, le vocifera, reclamándole, como «joven valeroso» ir a salvar al compañero que sería fusilado. Agustín, resuelto y arrogante, cruza calles, acorta la distancia por entre patios, y llega a la vista de quienes custodian a su compañero. Da un grito de intimación mientras apunta con su revólver. Dispara y cae un hombre herido; cae otro; Agustín sigue disparando; hay una confusión y tiros en todo sentido, y Kunhardt se escapa”.  Termina la cita.

(Fragmento de la biografía de José Eugenio Kundhardt, Diccionario Histórico Biográfico de Rufino Martínez; Página 255).

 

Actividades independentistas de Agustín Morales en Puerto Rico.

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Agustín F. Morales Languasco realizó actividades revolucionarias en Puerto Rico, participando activamente en una importante acción separatista de la isla conocida como la  “Intentona de Yauco” en 1897.

Héctor Andrés Negroni dice textualmente lo siguiente, en su tratado sobre Historia Militar de Puerto Rico (Págs. 306 y 307), citamos:

“En 1897 tuvo lugar el último intento serio de revolución separatista en Puerto Rico. Este intento ha pasado a nuestra historia con los nombres de “Motín de Yauco”, “Intentona de Yauco”, «Levantamiento de Yauco” y “Revolución de San Pedro”.

“Este movimiento revolucionario es, en nuestra opinión, el segundo de mayor importancia en Puerto Rico, y después del “Grito de Lares” debe ser considerado como el de mayor importancia.

“El intento formaba parte de un plan mayor ideado por la Junta Revolucionaria de Puerto Rico a instancias del rico hacendado yaucano Antonio Mattei Lluveras, el General dominicano Agustín F. Morales, Manuel Catalá, Juan Roig, Gerardo Forrest Vélez, Guillermo Velazco, Eduardo Lugo Viñas, Félix Matos Bernier, Tomás Carrión, Fidel Vélez, Juan Nazario, los hermanos cubanos Manuel y José Budet Rivera, junto a numerosos conspiradores de pueblos adyacentes (40:92). Según Corretger, este levantamiento formaba parte del plan dirigido por Betances, organizado por Méndez Martínez, y comandado por el General Juan Rius Rivera, puertorriqueño (26:35).

“De acurdo al plan, Antonio Mattei Lluveras, gracias a su calidad de rico hacendado de caña, logró obtener 30,000 machetes que serían repartidos a los revolucionarios. Entretanto, los hermanos cubanos Budet Rivera establecieron un campo de entrenamiento en la finca perteneciente a Guillermo Velazco localizada en el Barrio Susúa Arriba de Yauco. Gerardo Forrest Vélez y el dominicano Agustín F. Morales se dedicaban a hacer campaña de propaganda por la isla en busca de apoyo. Como parte del plan general, se obtuvo el apoyo del revolucionario cubano Tomás Estrada Palma, quien prometió su ayuda financiera así como 500 rifles y 500,000 cartuchos. Otro revolucionario, Francisco Javier Cisneros ofreció su vapor para conducir 200 hombres de invasión más los pertrechos de invasión al mando del General Agustín F. Morales. La expedición estaba señalada a partir de principios del mes de diciembre de 1897. Como podemos ver, estos preparativos habían sido hechos tomando en cuenta las lecciones del desastre de Lares.

“Desgraciadamente para el movimiento, el plan fue delatado por una indiscreción de uno de los apalabrados llegando a oídos del Gobernador y Capitán General de Puerto Rico por medio del alcalde de Yauco, Francisco Lluch Barreras. Al tenerse noticias de la delación, Fidel Vélez decidió adelantar la fecha del golpe sin consultar ni coordinar su movimiento con ninguno de los otros cabecillas. Varios de los apalabrados se pronunciaron en contra del adelantamiento pero los argumentos no lograron convencer a Fidel Vélez y los suyos. Volvíamos a lo de Lares y con tales antecedentes el movimiento estaba destinado al fracaso.

“Cerca de las diez de la noche del 24 de marzo de 1897 un grupo de entre 60 y 70 hombres mandados por Fidel Vélez emprendió la marcha desde su campamento en Susúa Arriba hacia el pueblo de Yauco. Habían acordado atacar el pueblo con el propósito de asaltar el Cuartel de la Guardia Civil y apoderarse de las armas allí almacenadas. Las autoridades españolas estaban al tanto de los movimientos y tomaron posiciones defensivas cerca del viejo cementerio del pueblo, por donde tendrían que pasar los revolucionarios. La emboscada trabajó y el grupo de Vélez fue recibido con una lluvia de balas por la avanzada de infantería y los guardias civiles. Luego del tiroteo, los revolucionarios emprendieron una retirada campal y ya pata la mañana siguiente eran perseguidos por los montes por tropas del Batallón Patria, que había estado alerta “.

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