Biografía de Carlos F. Morales Languasco.

Versión: Diccionario Biográfico-Histórico Dominicano, 1821-1930.                                            Autor: Rufino Martínez. (Pág. 332). Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

(Se incluyen nuestras observaciones y comentarios puntuales).

Morales Languasco, Carlos Felipe.

De Puerto Plata. Hermano de Agustín Francisco Morales Languasco. Espíritu vigoroso, de acción, no exento de la efervescencia dada por la levadura del talento. Obedeciendo a la disposición de sus padres, abrazó la carrera eclesiástica, para la cual no tenía vocación. Pero la sotana le sirvió de embozo para vivir bajo las garras de Heureaux, a quien necesariamente debía combatir, como quien había crecido bajo el influjo de la juventud que comenzó el 84 a dar razón de su calidad de fuerza nueva, luchadora y constructiva, y para el 88 tomaba camino del destierro. Un día al salir de la sacristía de la iglesia donde oficiaba, un individuo le cayó a tiros en plena calle de Puerto Plata. Salvó la vida refugiándose en la casa del Comandante de Armas Yopere. En el caso no parece que tuvo intervención el Presidente Heureaux. Se trataba de un asunto personal.

Pudo irse al exterior. Conspiró, y como los demás, luchó inútilmente. Desde Saint Thomas había ido a Cabo Haitiano, atendiendo al llamamiento para la Revolución de los Bimbines. Se vio en el caso de regresar antes de que pasara la trágica oleada de la tiranía. Muerto Heureaux, se entregó abiertamente a la política, la actividad a que lo llamaba su temperamento y la aspiración, desde que tuviera discernimiento, de ser Presidente de la República. (1)

Siendo Diputado al Congreso Nacional el año 1901 ahorcó los hábitos. En lo adelante no desaprovecha ocasión de preparar el logro de sus fines personales, desplegando dentro del partido jimenista, al cual pertenecía, una amplia actividad de política criolla, en extremo de irse a la manigua, cuando la insurrección de los siete meses en la Línea Noroeste (2). Se había fugado de la cárcel de Puerto Plata, logrando, vestido de marino, tomar una embarcación despachada para Islas Turcas.

Pasado el 23 de marzo, que dio al traste con el Gobierno Provisional de Horacio Vásquez el año 1903, ocupó Morales la Gobernación de Puerto Plata. Magnífica posición para tomar de un salto el solio presidencial. Caídos los adeptos de Horacio Vásquez y disgustada gran parte de los jimenistas, por estar el poder en manos de los supervivientes del régimen lilisiano, aunque entre ellos no faltaba un buen número de amigos de Juan Isidro Jimenes, el Gobernador Morales hábilmente laboraba para servir de factor principal en la conciliación de intereses jimenistas y horacistas. Se comunicó con quienes estaban fuera del país, y logrado su propósito de avenimiento le tocó presidir la coalición de los dos partidos llamada La Unión, contra el Gobierno de Alejandro Woss y Gil.

Estalló así en Puerto Plata el 24 de octubre de 1903 la revolución que derrocó aquel Gobierno un mes después. Ya en el Gobierno Provisional que se había formado, presidido por Morales, se notaba su preferencia por los horacistas, y al trasladarse a la Capital, procedió descaradamente repartiendo entre sus nuevos adictos las posiciones dominantes. Fue como un reto a los ex compañeros, que cerraron filas y alzaron el pendón de la revuelta. (3)

La mayor parte de la República se adhirió a la revolución, y el Gobierno en un principio parecía un pigmeo frente a un coloso. Sus principales puntos de acción eran: la Capital, sitiada; Sosúa, con Jesús María Céspedes enfrentado a la plaza de Puerto Plata; y por las lomas de Moca, Ramón Cáceres, perseguido. Morales no flaqueó un solo momento, estando en situación de tan improbable triunfo. Contaba con los vapores de guerra de la Marina Nacional, lo que le permitió reforzar con hombres y pertrechos a Sosúa, hasta que se consiguió rendir la plaza. Se vencía uno de los principales obstáculos. Luego era dominada la península de Samaná, tras cruda refriegas en Sánchez. En todo ello había estado presente Morales, impulsando el desarrollo de las operaciones. (4)

En la Capital, el bombardeo de un crucero norteamericano del campo revolucionario de Villa Duarte, quitaba a la ciudad la molestia del asedio (5). Santiago era tomada; en San Pedro de Macorís se peleaba duramente contra Demetrio Rodríguez, que, agotado de recursos, se abría paso al través de la Hilera Central hasta su zona de la Línea Noroeste, y para mayo de 1904 se libraban allí las últimas grandes peleas.

Para no tener que agotarse en debelar enteramente la revolución, celebraba un acuerdo con los últimos rebeldes, aceptando de ellos un Gobernador y un Delegado en el Distrito de Monte Cristy. Fue el 10 de junio; y siete días después iniciaba con carácter constitucional el período de su mando. Todo le había salido bien en apariencia, y comenzaba a gobernar según lo deseaba. Frente al problema de la deuda pública, que databa de años atrás, pero agravado entonces por las exigencias de acreedores extranjeros, apoyados por el Gobierno Norteamericano, se decidió por un acuerdo financiero que comprometía parte de la soberanía nacional. (6)

Dentro de su moral política, que perseguía el mando de cualquier manera, para organizar la nación dominicana y no para beneficio y placer de su persona, familia o amigos, nada mejor que las rentas aduaneras fuesen percibidas por un Agente que escogiera el Presidente de los Estados Unidos, el cual Agente sería una garantía cierta de la distribución de fondos entre los acreedores, así como de la parte que recibiría el Gobierno dominicano. Consiguientemente el poder exótico que haría respetar esa recaudación, apoyaría al Gobierno, lo que vendría a poner término a los asaltos del poder con los recursos de las aduanas (6 bis). No otro medio tuvo el mismo Morales para derrocar a Woss y Gil.

En febrero de 1905 se firmó la convención por representantes de nuestro Gobierno y el de los Estados Unidos. El acuerdo debía ser sancionado posteriormente por el Congreso Dominicano y el Senado Norteamericano. Luego dio el Presidente Morales el Decreto del Modus Vivendi, que entró en vigor a partir del primero de abril. Estipuló éste la distribución de las rentas aduaneras y la manera como se debía retener, en calidad de depósito, la parte correspondiente a los acreedores, y creó para ello la Receptoría General de Aduana, bajo la dirección de empleados norteamericanos.

Los individuos de temperamento e índole personal definidos, vigorosos hasta el punto de marcar un tono distintivo en el escenario de sus actividades, pueden prestarse a expresar o simbolizar el grado sumo de pasiones, virtudes o vicios. Carlos Morales en la política representó la inconsecuencia. Al partido suyo lo abandona para empinarse en las alturas del poder, y entregado al sostén que le da el bando contrario, que le sigue por conveniencia momentánea, acaba por verse solo, convertido en instrumento de los tenidos por nuevos compañeros. (7)

Casi es un prisionero de palacio, y se ve forzado a poner su firma en decretos y resoluciones repudiados por su conciencia. Le parece, sin embargo, aunque reconoce estar cayéndose por un precipicio en el cual debe finalizar su carrera de político, que es posible torcer el curso de los sucesos, siquiera sea valiéndose de otro asidero donde él mismo lo había hecho imposible.

Al simple tirador de tiros, al oficial, al guerrillero, y también al individuo puramente civil que le prestó algún servicio en trance de peligro; a todos, cuando se le acercan en demanda de alguna paga o merced, no es raro que lo despida con desfachatado gesto, en nombre de los “intereses sociales”, tan perjudicados por el desorden de la política. A los más, los manda a trabajar, ofreciéndoles implementos de agricultura. Manifiesta paladinamente un profundo desprecio por el guerrillero (general), “esa plaga social que es necesario extinguir a toda costa”. Con ellos y por ellos ha escalado la Presidencia, y por esa razón se sienten sumamente resentidos, ávidos de venganza. Pero él no lo ignora, y en vez de disimular, se aferra más a ella, y declara que no necesita más que el apoyo del Presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt (8).

En el desprecio que hace de las ineludibles relaciones que crea al personaje en la vida pública, forma y levanta contra sí mismo la dolorosa reacción que es su mayor castigo. Los horacistas, que nunca fueron amigos de quien no perteneciese a su bando, no importaba el nexo formal de la alianza, le estrecharon gradualmente el círculo de acción, y cuando se vio en el punto asfixiante de ser cohibido para todo, desesperado, se decidió por buscar un refugio desde el cual reaccionar, acaso en forma de revolución, absurdo y ridículo recurso para él. Presidente de la República, despreciador de los tiradores de tiros, con la circunstancia de apelar ahora a los ex correligionarios. Determinó irse a Monte Cristy para reorganizar y dirigir desde allí la administración Pública. Contaba con la adhesión del Gobernador de Azua Justaquino Díaz, quien no llegó a decidirse. (9)

El vapor Independencia, de la Armada Nacional, cargado de pertrechos y prevenido para la empresa, ante el fracaso de los planes, fue llevado por su Comandante Francisco Catrain a Monte Cristy, donde lo recibió el Delegado del Gobierno Demetrio Rodríguez, que ya estaba de acuerdo con el Presidente. La noche del 24 de diciembre, año 1905, abandona Morales la ciudad de Santo Domingo, y se refugia en los bosques, inquieto con la oportunidad de embarcarse. Tras corta malandanza se fractura una pierna, pide garantía por mediación del Ministro Norteamericano, entra en la ciudad, recibido con un gesto irrisorio de la multitud, se asila en la Legación de los Estados Unidos, y a poco firma emocionado y con ojos arrasados, la dimisión como Presidente de la República. En coche, entablillada la pierna lesionada, con el acompañamiento de altos funcionarios y entre dos filas de la llamada Guardia Rural, instituida por él, desfila por una calle hasta ser puesto a bordo de un buque de guerra yanqui. La tripulación le hizo los honores de General. Momentos después le conducían a San Juan de Puerto Rico, Sucedió el mes de enero de 1906.

La cooperación indirecta de fuerzas navales norteamericanas donde quiera que las necesitó Morales no había faltado. Estuvieron presentes en Puerto Plata, enero de 1904, al atacar y ocupar Jesús María Céspedes la plaza; en la Capital, sitiada el mes siguiente; en Monte Cristy el mes de junio, cuando se firmó a bordo de un buque el pacto que puso término a la revolución; otra vez en 1905, días en que los horacistas no le permitían usar de su autoridad de Presidente. Y antes de salir para Puerto Rico, por mediación del Comandante de un buque surto en Puerto Plata, comunicaba cablegráficamente a Guelito Pichardo en Monte Cristy, que depusiera toda actitud de rebelión. (10)

El gran inconsecuente de la política criolla, no era, con todo, uno de tantos que van al poder a darse importancia, a disponerlo todo según su capricho y conveniencia personal, y a cabalgar orondos sobre los hombros del pueblo. Era un efectivo servidor de la sociedad. Concibe un programa de gobierno y le lleva a la práctica con el firme propósito de crearle a la colectividad una nueva faz de progreso material y cultural. Para los empleos públicos buscaba los hombres idóneos; a una caterva de guerrilleros sin empleos pero prendidos del presupuesto nacional, los fue llamando uno a uno para declararles que el “Estado no podía seguir manteniéndolos,,,” Todo empleado convicto de malversación de fondos o manejos inescrupulosos era inmediatamente destituido. (11)

Le preocupa el funcionamiento de la escuela, no de mentirillas, sino como quien tenía conciencia de lo que ese factor representaba para la evolución social. Tenía elevado concepto del maestro; gustaba de asistir a exámenes como oyente activo, y a los estudiantes sobresalientes les brindaba facilidades y ayuda económica, en forma de estímulo para seguir adelante. La administración de justicia, origen de tantos males y tan a menudo puesta al servicio de bajos intereses por la mayoría de los Presidentes, se desenvolvió con independencia. Las iniciativas de bien público las prohijaba. Los fondos del erario iban a su destino y la parte dedicada a obras públicas no se envolvía en los manejos particulares del Presidente y sus amigos. Le bastaba su sueldo, no por no necesitar más, sino por entender que honradamente no le tocaba un centavo más. (12)

En general, actuaba dentro de una diáfana moral administrativa. Le agradaba echarle en cara personalmente a un empleado su falta de honradez. Quería la cosa pública en manos de los mejores, no por políticos sino por aptos, en tanto que el pueblo trabajara, olvidado de los empleos, y sin dejar de leer. Por otra parte, no se le alteraron las maneras personales. Salía a la calle sin aparato oficial, y por donde quiera asomaba su silueta erguida, y en tono franco y jovial cambiaba saludos y palabras con todo el mundo. (13)

Desterrado, luego de arrojado de la Presidencia, carente de medios para regularizar la manutención de la familia, no tiene empacho en dedicarse a la ocupación de repartir billetes de la lotería entre determinado número de personas de Saint Thomas (14). Pasa el tiempo, no ve posibilidad de reintegrarse al país, y busca otros medios de subsistencia. El Presidente Cáceres, dio un decreto de amnistía que comprendió a todos los políticos desterrados. Un día del mes de agosto de 1908, desembarca Morales en Puerto Plata, con su habitual desparpajo. Visitó a Cáceres en su casa particular de Estancia Nueva, Moca. No pasó allí más de un día. La falta de asidero no le deja quedarse en el país y retorna al extranjero, declarando haber venido a una cuestión de familia.

Mientras tanto conspira, y como hay otros disgustados con el régimen imperante en la República, no le falta la oportunidad de una expedición revolucionaria. El año 1909, cuando precisamente ocurrió el gran temporal llamado de San Severo, el barco en el que venían los expedicionarios fue arrojado a las costas haitianas. Las autoridades expulsaron a los náufragos. Pretendían engrosar la Insurrección de esos días, nombrada de los recortados, por encabezarla rabudos descontentos del Presidente Cáceres, y en cuyas filas entraban principalmente bolos linieros. El temporal anegó todo el Valle del Cibao y en especial al suelo de Guayubín, donde estaba el cantón general, y, a la vez que ocasionó la pérdida de miles de ganados y también de vidas humanas, deshizo las partidas revolucionarias, las cuales empezaban ya a operar en campos de Santiago. Esa vez parece que la naturaleza quiso mediar en favor de la sociedad, que tenía paz y disfrutaba de los beneficios del trabajo.

A la muerte del Presidente Cáceres, organizó en Puerto Rico una expedición que desembarcó en las costas del Seybo a principio del año 1912. No tuvo tiempo de desarrollar campaña, pues a poco cayó prisionero. Conducido a Santo Domingo, a su llegada recibió en la Fortaleza Ozama la visita del Presidente Eladio Victoria, hombre sencillo y alma generosa, con presidencia y sin ella, que le fue a saludar como ex Presidente. A la vez reclamó consideración para el prisionero, y mientras duró el encarcelamiento, unos diez meses, le hizo llegar diariamente, y en forma obsequiosa, de lo servido en su mesa de Primer Magistrado, tal como si se tratara de un huésped de distinción. Victoria había sido uno de los únicos Ministros que en el año 1905 respetaron la autoridad del Presidente Morales.

En libertad quiso derivar algún partido de la confusión reinante por aquellos días, pero la desconfianza de los otros le dejaba solo. Finalmente aceptó el cargo de Enviado Extraordinario de la República ante las principales naciones europeas. No estaban extinguidos todavía sus propósitos de realizar un amplio y civilizado programa de reforma social desde la Presidencia de la República. Le sorprendió la muerte en París.

Los hermanos Agustín y Carlos Morales eran hijos de Agustín Morales e Isabel Languasco. Aunque de Saint Thomas aquel, y ésta puertoplateña, ambos apellidos, oriundos de la isla, fueron de los asimilados por el núcleo social Puertoplateño. (1868-1914).

 

Nuestras observaciones sobre la biografía de Carlos F. Morales Languasco, escrita por Rufino Martínez:

 (1) Es posible que al lector pueda parecerle un poco exagerado el señalamiento de que a un muchacho que ingresara muy joven a un seminario y luego hiciera vida sacerdotal hasta los 34 años, se le pudiera atribuir aspiraciones de ser Presidente de la República desde que tuviera discernimiento.

(2) El motivo de Morales Languasco, para participar en política, era el de mejorar las condiciones sociales de su pueblo como bien expresa el autor en los párrafos que señalamos con los números 11, 12, 13 y 14. Los logros de su Gobierno así lo confirman. Por demás, su interés personal debe considerarse que es el mismo al que tiene derecho todo el que participa en actividades políticas.

(3) De siete ministros designados por Morales en el Gabinete había tres jimenistas, más él (que era el Presidente) que provenía de esas mismas filas, los otros cuatro ministros eran horacistas. Otros jimenistas fueron designados como gobernadores en diferentes provincias, hasta que se levantaron en armas al conocer que Morales L., que no había sido tomado en cuenta por Juan Isidro Jimenes para la candidatura vicepresidencial de su partido, había aceptado la candidatura presidencial ofrecida por los horacistas. Luego de la insurrección fueron destituidos dos ministros, Miguel Andrés Pichardo (Interior y Policía), que ya había sido elegido por Jimenes para la candidatura vicepresidencial, y Manuel Arturo Machado (Relaciones Exteriores). Decir que al inicio de la revolución “se notaba la preferencia de Morales por los horacistas y que, al trasladarse a la Capital, procedió descaradamente repartiendo entre sus nuevos adictos las posiciones dominantes” puede parecer injusto. Precisamente, tomando como ejemplo estas dos posiciones, de los ministros destituidos luego de estallar La Desunión, Machado (Relaciones Exteriores) y Pichardo (Interior y Policía), puede apreciarse que eran de las de mayor importancia. Las otras eran las de Obras Públicas, Hacienda y Comercio, Justicia e instrucción Pública, Correos y Telégrafos y Guerra y Marina.

(4) En este párrafo, el autor, describe lo ardua y precaria que fue la lucha del Gobierno para mantenerse en el poder. Señala que el Presidente estuvo presente en todos los frentes con los barcos de la Armada Dominicana y que no flaqueó un solo momento. Aunque se entiende que, de haber sido ciertos los rumores de sus adversarios, hubiera sido mucho más fácil con el apoyo de alguna unidad naval o terrestre de los Estados Unidos, como sugiere el autor más adelante.

(5) Una verdad a medias también es una mentira a medias. Si bien esa acción favorecía de manera casual a los del Gobierno, lo cierto es que el motivo del bombardeo a Pajarito (Villa Duarte), que se explica detalladamente en otro espacio de este blog, obedeció a que los sitiadores habían herido de muerte al maquinista de un buque de guerra norteamericano y tirotearon otro barco mercante de esa nación mientras era escoltado hacia el muelle por un crucero, lo que originó el ataque a los rebeldes, pero el motivo no era favorecer al Gobierno. Los documentos del Departamento de Estado define ese incidente como un litigio internacional entre los Estados Unidos y República Dominicana. (ver en internet: The Santo Domingo Affair)

(6 y 6 bis.) Aunque el autor destaca que “perseguía el mando de cualquier manera, para organizar la nación dominicana y no para beneficio y placer de su persona, familia o amigos” así como resalta la “moral política del Presidente”, se refiere al asunto de las aduanas como un acuerdo que Morales Languasco decidió de manera casual o caprichosa, como que nada tuvo que ver el Protocolo de enero de 1903, ni el Laudo Arbitral de 1904, ni el asedio que mantenían sobre la República 15 buques de guerra de las cinco potencias más grandes del mundo con la finalidad de ocupar las aduanas. Luego se refiere a la Convención y al Modus Vivendi como si nada tuvieran que ver con todo lo anterior.

(7) La inconsecuencia que el autor le atribuye fue explicada en el comentario No. 3., además, la oposición tajante de Ramón Cáceres para que a Juan Isidro Jimenes se le entregara la Presidencia suponía una ruptura violenta de ambos bandos.

(8) El apoyo, que cita, de los norteamericanos, que nunca tuvo para sostenerse en el Gobierno, o para contrarrestar a sus adversarios. Es preciso señalar que, en esa época, luego de caer la dictadura de Ulises Heureaux, la prensa gozaba de mucha libertad, los medios estaban muy inclinados hacia las dos principales corrientes políticas y se echaban a correr muchos rumores. Los señalamientos que el autor presenta como defectos de inconsecuencia, de Morales Languasco, son presentados luego como virtudes en el párrafo que señalamos con el No. 11.

(9) Dice que “se decidió por buscar un refugio desde el cual reaccionar” y “Presidente despreciador de los tiradores de tiros, con la circunstancia de apelar ahora a los ex correligionarios”. El Presidente no gestionó el apoyo de los “tiradores de tiros”, Demetrio Rodríguez le había ofrecido su respaldo desde antes de la crisis del 6 de diciembre de 1905, mediante una nota escrita, respaldo al que Morales no había respondido. Llegaron las cosas a un extremo de acoso, por parte de sus enemigos dentro del mismo Gobierno, que decidió aceptar el apoyo ofrecido como refiere el mismo Rufino Martínez en el Diccionario Biográfico Histórico, en la biografía que escribe sobre Demetrio (Pág.429), que dice:

“Finalizaba el año 1905. El Presidente Morales acorralado en palacio, en peores condiciones que un preso de confianza, recibió la oferta del Delegado Demetrio Rodríguez de apoyarle contra sus opresores, si le enviaba refuerzos de armas. El crucero Presidente cargado de pertrechos debía arribar con el Presidente de la República a la jurisdicción del Delegado, pero llegó sin el mandatario, y en posesión Rodríguez de tales recursos, organizó seguido un movimiento revolucionario, destacando fuerzas sobre la plaza de Santiago, mientras él paso a operar sobre Puerto Plata”

(10) Este planteamiento, que nadie ha podido sostener, citando las unidades militares norteamericanas que lucharon en apoyo al Gobierno, y que es contradictorio al párrafo señalado con el número 4, no tiene asidero real.

 (11) En este sentido dice el puertoplateño Sebastián Rodríguez Lora, refiriéndose a Morales Languasco, en su libro “Estampas de mi Pueblo”, lo siguiente. Citamos:

“Su fórmula ideal era sencilla: trabajo, apoliticidad de fines, pulcra honradez administrativa. Estas tres cosas funcionaron con Morales Languasco como un engranaje biológico”. (Pág. 107)

(11) (12) (13) y (14) En estos cuatro párrafos se reconocen las virtudes más significativas que pueden atribuirse a un Presidente que sirve a su patria en las circunstancias más adversas, con acrisolada honestidad y con deseos de lograr las mejores condiciones de bienestar para su pueblo. Si la ambición que le atribuyen sus detractores era para hacer esas cosas…. ¡¡¡Qué bueno!!!

Carlos Danilo Morales Miller

(Email: carlosdanilomorales@gmail.com)

Contradicciones Relativas a un Mito. El apoyo de los norteamericanos al Gobierno de Morales Languasco.

Los opositores al Gobierno de Morales Languasco lanzaban frecuentemente rumores de que estaba, o de que él decía estar, apoyado militarmente por los norteamericanos. También algunos escritores han promovido esa especie. Uno de esos casos es la referencia que hace don Pedro Mir en su obra titulada “Las Raíces Dominicanas de la Doctrina de Monroe” (Pág. 85), cuando dice que el Presidente Morales deseaba la ayuda norteamericana porque había sido educado en los Estados Unidos (?), (confundiéndolo con otro Carlos Morales, ya que Carlos F. Morales Languasco nunca estudió ni residió en los Estados Unidos), y además agrega: “es sabido que su acción revolucionaria fue encaminada a defender intereses norteamericanos y que a consecuencia de la acción revolucionaria que lo derrocó, se acogió al asilo diplomático en el seno de la representación diplomática norteamericana en Santo Domingo”.

Nota: Si su acción revolucionaria (iniciada en octubre de 1903) fue encaminada a defender intereses norteamericanos, ¿cómo se explica que ese Gobierno fuera reconocido por el de los Estados Unidos tres meses después? (enero de 1904).

Otra fantasía, que en lugar de “rectificar” contribuye a confundir, es lo que reseña el doctor Apolinar Tejera en su libro “Rectificaciones Históricas” (Pág. 22) sobre los rumores que ponían a circular los opositores del Presidente Morales, cuando dice:

“1905, diciembre 6.- Ante las maniobras navales de buques de guerra de los Estados Unidos, los cuales pretendían desembarcar fuerzas para apoyar al Presidente Morales, el pueblo se alarma y asume una actitud amenazante. Grupos de ciudadanos de todas las clases sociales, en actitud patriótica, toman las armas y ofrecen sus servicios al Comandante Militar de la Plaza. El Padre Tejera acude a la Fortaleza.” Se refiere al incidente creado por el entonces Ministro de Guerra y Marina General Luís Tejera, adversario del Presidente y sobrino del autor, para marchar hacia el Palacio con un grupo de unos 40 oficiales bajo la conjetura que argumentó en ocasión en que los cruceros norteamericanos «USS Olimpia» y «USS Des Moines», que se aproximaron para intercambiar personal y provisiones, según él maniobraban para desembarcar con fines de proteger al Presidente. Para poner un ejemplo de lo que pudo ocurrir, si ése hubiera sido el propósito de los norteamericanos, bastaría con recordar la acción militar realizada anteriormente en Pajarito (Villa Duarte) en febrero de 1904.

El Padre Tejera, que cita, se trata de él mismo (el autor Apolinar Tejera) que fue ordenado sacerdote en 1888 y ahorcó los hábitos en 1907, poco después de ese episodio.

¿Y puede creer el lector que ese “grupo de ciudadanos de todas las clases sociales” que a principios de diciembre de 1905 asumieron una actitud amenazante ante las maniobras navales de “varios buques de guerra de los Estados Unidos”, que supuestamente “pretendían desembarcar fuerzas para apoyar al Presidente Morales”, hubiera servido de algo si ése hubiera sido el propósito de los norteamericanos, aunque el Padre Tejera estuviera de por medio? Debía parecer un tanto ingenuo pensar que un Presidente, respaldado por la mayor potencia militar del mundo, se viera impedido de gobernar como correspondía de acuerdo con la Constitución y el deseo de sus “protectores”, que estuviera vigilado por adversarios dentro del propio Gobierno y en su propia residencia, que luego tuviera que salir de la ciudad disimuladamente para evitar ser perseguido, en lugar de buscar refugio en uno de los buques de guerra norteamericanos surtos en el puerto de Santo Domingo y que, además, fuera perseguido por sus enemigos y estuviera a punto de ser asesinado, para terminar siendo derrocado sin el auxilio de sus poderosos protectores. Si luego del Presidente Morales encontrarse impedido físicamente, por la fractura de una pierna, apeló a la representación diplomática norteamericana para librarse de la persecución de sus opositores fue por entender que, al menos, serían neutrales ante el peligro que él corría de perder la vida.

Otro autor que se refiere a ese supuesto apoyo norteamericano es el biógrafo Rufino Martínez, cuando dice en su Diccionario Biográfico-Histórico Dominicano 1821-1924, (Pág. 334), que: “la cooperación indirecta de fuerzas navales norteamericanas donde quiera que las necesitó Morales no había faltado”. Que “estuvieron presentes en Puerto Plata en 1904 (?) , al atacar y ocupar Jesús María Céspedes la Plaza (1); en la Capital sitiada el mes siguiente (se refiere al incidente de Pajarito) (2); en Monte Cristy el mes de junio, cuando se firmó a bordo de un buque el pacto que puso término a la revolución (3); otra vez en Santo Domingo, diciembre de 1905 (se refiere al incidente provocado por Luís Tejera), días en que los horacistas no le permitían usar de su autoridad de Presidente (4). Y antes de salir para Puerto Rico, por mediación del Comandante de un buque surto en Puerto Plata, comunicaba cablegráficamente a Guelito Pichardo, en Monte Cristy, que depusiera toda actitud de rebelión” (5).

Las observaciones que hemos señalado en el párrafo anterior son explicadas a continuación para que el lector las revise y saque sus propias conclusiones:

(1) El autor se contradice en dos párrafos diferentes de la misma biografía sobre el Presidente Morales (Pág. 333), en la que contrario a sus propias aseveraciones, dice sobre los mismos hechos:

“La mayor parte de la República se adhirió a la revolución (de La Desunión), y el Gobierno en un principio parecía un pigmeo frente a un coloso. Sus principales puntos de acción eran: la Capital, sitiada; Sosúa, con Jesús María Céspedes enfrentado a la plaza de Puerto Plata; y por las lomas de Moca, Ramón Cáceres, perseguido. Morales no flaqueó un solo momento, estando en situación de tan improbable triunfo. Contaba con los vapores de guerra de la Marina Nacional, lo que le permitió reforzar con hombres y pertrechos a Sosúa, hasta que se consiguió rendir la plaza”. Termina la cita.                    Nota: En esa oportunidad fue el bombardeo a Puerto Plata por el crucero «Independencia», comandado por el capitán Francisco Catrain, ocasión en que se encontraba a bordo el propio Presidente Morales.

No puede ser una cosa y la otra, debe ser una de las dos cosas. Además, no hay que ser un genio para preguntarse: ¿Cómo podía parecer un pigmeo un Gobierno que estuviera apoyado por la mayor potencia militar del mundo? ¿Cómo podía estar en situación de tan improbable triunfo? ¿La cooperación indirecta de los norteamericanos, donde quiera que las necesitó Morales, no había faltado? ¿Cómo se coopera indirectamente en una guerra? ¿Sin pelear? ¿Cuáles fueron las unidades navales que lo apoyaron? Porque en suelo dominicano no hubo unidades norteamericanas hasta 1916.

(2) Nadie puede citar, identificándola por su nombre, alguna unidad militar de los Estados Unidos que haya apoyado, por tierra o por mar, al Gobierno de Morales Languasco. Como ya hemos señalado, hay documentos que demuestran lo contrario, que el Presidente Morales se quejaba ante el Gobierno norteamericano por actividades que sus representantes, diplomáticos y militares, realizaban a favor de sus adversarios.

Como ya hemos citado y explicado anteriormente, en un artículo con el título: “Destruyó Villa Duarte y fue condecorado”, en la página 300, de “LA REPÚBLICA DOMINCANA” de Ramón Marrero Aristy , también hay referencias de que hubo un solo desembarco de militares norteamericanos en actitud bélica, en Pajarito.

Citamos de “La República Dominicana”, Ramón Marrero Aristy. (Pág. 300): “Los Combates y el cañoneo constante ponían un monótono y diario corolario de sangre al sitio de la capital, hasta que un incidente de otro género amenazó extender las complicaciones del conflicto, cuando los revolucionarios abrieron fuego sobre el vapor norteamericano New York de la compañía Clyde que portaba carga general para el comercio, poco después de haber sido muerto por una bala perdida el maquinista del vapor de guerra norteamericano Yankee mientras caminaba por el muelle.  “Ante el tiroteo al vapor de la Clyde, el buque de guerra Newark, también norteamericano y que se hallaba en el antepuerto, abrió fuego con sus cañones sobre el poblado de Villa Duarte, mientras despachaba lanchas de desembarco con pelotones de marinos armados de fusiles y ametralladoras, los que ocuparon aquel suburbio después de haber acribillado con sus armas automáticas las viviendas del caserío. “El Gobierno de Morales se vio precisado, para impedir nuevos incidentes de este género, a improvisar un muelle frente a La Cueva de las Golondrinas para realizar las operaciones de carga y descarga de los buques los días en que hubiera combates entre los defensores de La Fuerza y los sitiadores”. (LA REPÚBLICA DOMINCANA; Ramón Marrero Aristy, Pág. 300).  Si el bombardeo de los cruceros norteamericanos, sobre Pajarito, tenía el propósito de favorecer a Morales Languasco, ¿cómo se explica que éste dispusiera improvisar un muelle para evitar que los insurgentes provocaran otros incidentes que le beneficiaran?  En los documentos del Gobierno de los Estados Unidos, relativos al “Bombardeo a Pajarito”, conocido en inglés como “Santo Domingo Affair 1904”, se consignan como partes beligerantes a los Estados Unidos (representados por los comandantes de los buques de guerra norteamericanos) contra la República Dominicana (representada por los líderes Carlos F. Morales y Juan Isidro Jimenes).

(3) El documento que firmó el Gobierno, en junio de 1904 en Montecristi, con los líderes regionales Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias, fue un armisticio de mutuo acuerdo para dar por terminada la guerra de la Desunión, no fue un acto en que los líderes de la región noroeste fueron conminados a firmarlo bajo presión, ni consistió en una acción bélica que favoreciera al Presidente Morales. Mediante la firma de ese acuerdo se les otorgaba el control de la citada región a los líderes Rodríguez y Arias a cambio de que depusieran las armas.

(4) Como hemos citado anteriormente, hubo un momento de crisis cuando, el 6 de diciembre de 1905, el Ministro de Guerra y Marina, General Luís Tejera, alegando rumores de desembarco de fuerzas militares de dos barcos de guerra norteamericanos que estaban en la ría del Ozama, próximo al muelle de la Capital, se presentó con una escolta al Palacio de Gobierno donde el Presidente Morales se encontraba reunido con el Ministro norteamericano Dawson y con el Vicepresidente Cáceres, para exigirle al Presidente la restitución en su cargo del Comandante de Armas de la Capital que acababa de ser destituido (ver: LA REPÚBLICA DOMINICANA de Ramón Marrero Aristy, Pág. 310 ).  En esa ocasión el General Tejera le manifestó en público, al Vicepresidente Cáceres, que ya tenía un plan terminado para asesinar al Presidente y que contaba con su respaldo.  El Ministro Residente de los Estados Unidos se enteró del incidente porque estaba en Palacio cuando ocurrió, pero no supo el motivo hasta días después (ver: páginas 299 y 305 del libro “Documentos del Gobierno de Carlos F. Morales Languasco 1903-1906” auspiciado por el Archivo General de la Nación).  El 9 diciembre el Ministro de Relaciones Exteriores (interino) Federico Velásquez, en adición a sus funciones de Ministro de Hacienda (Juan Francisco Sánchez se había asilado el día anterior luego de renunciar como Ministro de Relaciones Exteriores) le solicitó, mediante nota, una explicación al Ministro Residente Dawson de la operación de los cruceros norteamericanos en la ría del Ozama. En esa misma fecha el ministro Dawson le respondió extrañado por las conjeturas a que se refería el ministro Velázquez, lo que generó otra comunicación de éste, en fecha 14 de diciembre, en la que se excusaba y explicaba el origen de dichas conjeturas.

Los norteamericanos no llegaron en 1903 a República Dominicana a ayudar a nadie.

En 1903 los norteamericanos no llegaron a la República Dominicana a ayudar a nadie, su estrategia era la de mejorar su posicionamiento geopolítico en la región, para ello eligieron participar de manera directa en los asuntos dominicanos suplantando a la San Domingo Improvement en las negociaciones de los intereses que esta compañía norteamericana tenía en el país. El 31 de enero de 1903 el Gobierno Provisional de Horacio Vásquez firmó con los Estados Unidos el Protocolo en el que se reconocía a esa nación como la contraparte frente a la República Dominicana, en representación de los intereses que tenía en el país la San Domingo Improvement Co., aceptando que “el Gobierno dominicano pagaría al Gobierno de los Estados Unidos” la deuda pendiente con la citada compañía. Desde entonces no faltó la presencia de los imponentes buques de guerra norteamericanos en los puertos dominicanos. Días antes de cumplirse los tres meses de haber firmado dicho Protocolo, con los norteamericanos, Horacio Vásquez fue derrocado por una sorpresiva e improvisada revuelta conocida como la “Revolución de los Presos” (por el gran número de presos políticos y comunes que participaron en dicho movimiento), que terminó con la toma del Poder por parte de Alejandro Woss y Gil. Los norteamericanos no intervinieron en nada para evitar la caída de Vásquez.  Al ser abordado por el Encargado de Negocios norteamericano, el entonces Presidente Woss y Gil trató de desconocer el Acuerdo que había firmado Horacio Vásquez, alegando que éste había sido suscrito por un Gobierno de facto (Vásquez había derrocado el Gobierno Constitucional de Juan Isidro Jimenes, del cual él era Vicepresidente) y porque, además, dicho Acuerdo no había sido sancionado, o aprobado, por el Congreso de la República. Ante la intención del Presidente Woss y Gil de desconocer el citado Protocolo, el Encargado de Negocios norteamericano, William F. Powell, ripostó con la amenaza de romper relaciones y pasar a vías de hecho, lo que suponía una intervención armada que la República Dominicana no tendría con qué enfrentar, ni la menor oportunidad de superar. De inmediato el Presidente procedió a reconocer el acuerdo en cuestión, así como a nombrar dos de los tres árbitros que, como mandaba el Protocolo, compondrían un Tribunal Arbitral para determinar todo lo concerniente (forma de pago y garantías) al pago de la deuda. Poco después de nombrar los árbitros, que ya se encontraban en Washington deliberando, tomó el Poder la Revolución de la Unión, con Carlos F. Morales Languasco a la cabeza, dando al traste con el Gobierno de Alejandro Woss y Gil. Los Estados Unidos tampoco hicieron nada para evitar la caída de este Gobierno. Aunque hay quienes dicen que los norteamericanos ayudaron a Morales Languasco a llegar al poder, lo cierto es que Woss y Gil claudicó el 25 de noviembre de 1903 ante las fuerzas revolucionarias que hacía algunos días tenían sitiada la ciudad Capital, mientras que el Gobierno de los Estados Unidos reconoció al Gobierno de Morales el 19 de enero de 1904, luego de que éste aceptara reconocer el Protocolo de 1903 suscrito por Horacio Vásquez con los Estados Unidos (la misma exigencia hecha a Woss y Gil), casi dos meses después de Morales asumir oficialmente la Presidencia Provisional. El día 19 de junio de 1904 asumió Carlos F. Morales Languasco la Presidencia constitucionalmente y días después, 14 de julio de 1904, fue dictado el Laudo por los jueces del Tribunal Arbitral, como estipulaba el Protocolo de enero de 1903. En la medida en que iban mejorando las condiciones económicas del Gobierno, con los beneficios de las recaudaciones producto del Modus Vivendi aumentaban las conspiraciones para derrocar al Presidente, y el 12 de enero de 1906 se produjo oficialmente la renuncia y el derrocamiento de Morales Languasco, asumiendo la Presidencia el Vicepresidente Ramón Cáceres. En este otro caso tampoco los norteamericanos hicieron nada para evitar que fuera derrocado.

La Verdad.

Prueba fehaciente de lo que aquí planteamos es, que a luego de conocerse que el Presidente había salido de la Capital secretamente, para supuestamente reaccionar contra quienes se habían revelado a su autoridad y que, además, contaba con el crucero Independencia, el Canciller del gabinete golpista Emiliano Tejera escribió una comunicación solicitando ayuda al Ministro Residente norteamericano en fecha 30 de diciembre de 1905, para que los buques de guerra norteamericanos detuvieran al «Independencia» por encontrarse al servicio de los revolucionarios.

Dos días después, el 1 de enero de 1906, el ministro Tejera se dirigió nuevamente al Ministro Residente Dawson (correspondencia No. 295, Ref. AGN. Ministerio de Relaciones Exteriores, Libro No. 58 de Actas de 1904 a 1907) reclamándole por no haber intervenido, ya que con «una simple indicación de uno de los buques de guerra americanos surtos en Montecristi habría bastado para evitar la guerra». En esa comunicación agregaba que «La paz se conservaba en el País por el temor de que los Estados Unidos se mostraran hostiles a los que intentasen derribar las autoridades constituidas, ese era el freno de los revolucionarios». (Pero era él quien intentaba que actuaran contra el Presidente legalmente constituido, que supuestamente era un protegido de los americanos).

Más adelante, en otro párrafo de esa misma correspondencia al Ministro Residente norteamericano, Emiliano Tejera le pasaba factura cuando decía: «Porque es un error creer que los Gobiernos Dominicanos no cumplían sus compromisos exteriores e interiores porque no tenían voluntad para ello. Sí la tenían, mucho y muy decidida, intensa; especialmente el Gobierno de que formé parte en 1902». (Se refería al Gobierno de facto de Horacio Vásquez del cuál él fungía como Ministro de Hacienda, cuando fue encargado por el Presidente para negociar, con el Encargado de Negocios norteamericano William Powell, lo relativo a la deuda pendiente con la San Domingo Improvement Co. que terminó con el fatídico «Protocolo del 31 de enero de 1903).

Para señalar las únicas intenciones que tenía la presencia norteamericana en la República Dominicana, a principios del Siglo XX, basta con leer los términos la comunicación enviada por el Ministro Residente Dominicano en Washington, Emilio C. Joubert, al Canciller Emiliano Tejera en fecha 4 de enero de 1906  que transcribimos a continuación: (Ref. AGN. Ministerio de Relaciones Exteriores. L-0 Libro No.7) :

                                                                                                                             Washington, DC.                                                                                                                                    4 de enero de 1906

Señor Don Emiliano Tejera                                                                                                                  Ministro de Relaciones Exteriores,                                                                                                      Santo Domingo.

Ciudadano Ministro:

   En cuanto recibí su telegrama anunciándome que el Crucero Independencia se había pasado al enemigo, me dirigí al Departamento de Estado para obtener, como Ud. me indicaba, que el Gobierno Americano detuviera el Crucero, para evitar que con ese contingente los revolucionarios tomaran ánimo y se lanzaran a la guerra. Toda esa tarde y el día siguiente estuve luchando para inclinar al Departamento de Estado en el sentido de mi solicitud; pero después de muchas consultas con el Departamento de Marina, y con el Presidente que estaba en el campo, se resolvió mantener las órdenes anteriores que son las que yo mismo he pedido cuando la demostración de fuerza que hizo en la Capital el Almirante Bradford.

   El Departamento me manifestó, sin embargo, y me lo ha reiterado varias veces, que sería muy infortunado que el Gobierno entendiera que la actitud del Gobierno en estas circunstancias significara falta de simpatía con el partido que está en el poder. El Departamento de Estado entiende que ni al gabinete Dominicano ni al Americano le conviene que las fuerzas navales en Santo Domingo persigan al vapor Independencia si éste no comete actos contrarios a los intereses americanos o a la libre recaudación de las rentas de aduanas.

  Saludo a Ud. Ciudadano Ministro, muy atentamente.

                                                                        Emilio C. Joubert

 

Carlos Danilo Morales Miller  (Email: carlosdanilomorales@gmail.com)