Biografía de Carlos F. Morales Languasco.

Versión: Diccionario Biográfico-Histórico Dominicano, 1821-1930.                                            Autor: Rufino Martínez. (Pág. 332). Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

(Se incluyen nuestras observaciones y comentarios puntuales).

Morales Languasco, Carlos Felipe.

De Puerto Plata. Hermano de Agustín Francisco Morales Languasco. Espíritu vigoroso, de acción, no exento de la efervescencia dada por la levadura del talento. Obedeciendo a la disposición de sus padres, abrazó la carrera eclesiástica, para la cual no tenía vocación. Pero la sotana le sirvió de embozo para vivir bajo las garras de Heureaux, a quien necesariamente debía combatir, como quien había crecido bajo el influjo de la juventud que comenzó el 84 a dar razón de su calidad de fuerza nueva, luchadora y constructiva, y para el 88 tomaba camino del destierro. Un día al salir de la sacristía de la iglesia donde oficiaba, un individuo le cayó a tiros en plena calle de Puerto Plata. Salvó la vida refugiándose en la casa del Comandante de Armas Yopere. En el caso no parece que tuvo intervención el Presidente Heureaux. Se trataba de un asunto personal.

Pudo irse al exterior. Conspiró, y como los demás, luchó inútilmente. Desde Saint Thomas había ido a Cabo Haitiano, atendiendo al llamamiento para la Revolución de los Bimbines. Se vio en el caso de regresar antes de que pasara la trágica oleada de la tiranía. Muerto Heureaux, se entregó abiertamente a la política, la actividad a que lo llamaba su temperamento y la aspiración, desde que tuviera discernimiento, de ser Presidente de la República. (1)

Siendo Diputado al Congreso Nacional el año 1901 ahorcó los hábitos. En lo adelante no desaprovecha ocasión de preparar el logro de sus fines personales, desplegando dentro del partido jimenista, al cual pertenecía, una amplia actividad de política criolla, en extremo de irse a la manigua, cuando la insurrección de los siete meses en la Línea Noroeste (2). Se había fugado de la cárcel de Puerto Plata, logrando, vestido de marino, tomar una embarcación despachada para Islas Turcas.

Pasado el 23 de marzo, que dio al traste con el Gobierno Provisional de Horacio Vásquez el año 1903, ocupó Morales la Gobernación de Puerto Plata. Magnífica posición para tomar de un salto el solio presidencial. Caídos los adeptos de Horacio Vásquez y disgustada gran parte de los jimenistas, por estar el poder en manos de los supervivientes del régimen lilisiano, aunque entre ellos no faltaba un buen número de amigos de Juan Isidro Jimenes, el Gobernador Morales hábilmente laboraba para servir de factor principal en la conciliación de intereses jimenistas y horacistas. Se comunicó con quienes estaban fuera del país, y logrado su propósito de avenimiento le tocó presidir la coalición de los dos partidos llamada La Unión, contra el Gobierno de Alejandro Woss y Gil.

Estalló así en Puerto Plata el 24 de octubre de 1903 la revolución que derrocó aquel Gobierno un mes después. Ya en el Gobierno Provisional que se había formado, presidido por Morales, se notaba su preferencia por los horacistas, y al trasladarse a la Capital, procedió descaradamente repartiendo entre sus nuevos adictos las posiciones dominantes. Fue como un reto a los ex compañeros, que cerraron filas y alzaron el pendón de la revuelta. (3)

La mayor parte de la República se adhirió a la revolución, y el Gobierno en un principio parecía un pigmeo frente a un coloso. Sus principales puntos de acción eran: la Capital, sitiada; Sosúa, con Jesús María Céspedes enfrentado a la plaza de Puerto Plata; y por las lomas de Moca, Ramón Cáceres, perseguido. Morales no flaqueó un solo momento, estando en situación de tan improbable triunfo. Contaba con los vapores de guerra de la Marina Nacional, lo que le permitió reforzar con hombres y pertrechos a Sosúa, hasta que se consiguió rendir la plaza. Se vencía uno de los principales obstáculos. Luego era dominada la península de Samaná, tras cruda refriegas en Sánchez. En todo ello había estado presente Morales, impulsando el desarrollo de las operaciones. (4)

En la Capital, el bombardeo de un crucero norteamericano del campo revolucionario de Villa Duarte, quitaba a la ciudad la molestia del asedio (5). Santiago era tomada; en San Pedro de Macorís se peleaba duramente contra Demetrio Rodríguez, que, agotado de recursos, se abría paso al través de la Hilera Central hasta su zona de la Línea Noroeste, y para mayo de 1904 se libraban allí las últimas grandes peleas.

Para no tener que agotarse en debelar enteramente la revolución, celebraba un acuerdo con los últimos rebeldes, aceptando de ellos un Gobernador y un Delegado en el Distrito de Monte Cristy. Fue el 10 de junio; y siete días después iniciaba con carácter constitucional el período de su mando. Todo le había salido bien en apariencia, y comenzaba a gobernar según lo deseaba. Frente al problema de la deuda pública, que databa de años atrás, pero agravado entonces por las exigencias de acreedores extranjeros, apoyados por el Gobierno Norteamericano, se decidió por un acuerdo financiero que comprometía parte de la soberanía nacional. (6)

Dentro de su moral política, que perseguía el mando de cualquier manera, para organizar la nación dominicana y no para beneficio y placer de su persona, familia o amigos, nada mejor que las rentas aduaneras fuesen percibidas por un Agente que escogiera el Presidente de los Estados Unidos, el cual Agente sería una garantía cierta de la distribución de fondos entre los acreedores, así como de la parte que recibiría el Gobierno dominicano. Consiguientemente el poder exótico que haría respetar esa recaudación, apoyaría al Gobierno, lo que vendría a poner término a los asaltos del poder con los recursos de las aduanas (6 bis). No otro medio tuvo el mismo Morales para derrocar a Woss y Gil.

En febrero de 1905 se firmó la convención por representantes de nuestro Gobierno y el de los Estados Unidos. El acuerdo debía ser sancionado posteriormente por el Congreso Dominicano y el Senado Norteamericano. Luego dio el Presidente Morales el Decreto del Modus Vivendi, que entró en vigor a partir del primero de abril. Estipuló éste la distribución de las rentas aduaneras y la manera como se debía retener, en calidad de depósito, la parte correspondiente a los acreedores, y creó para ello la Receptoría General de Aduana, bajo la dirección de empleados norteamericanos.

Los individuos de temperamento e índole personal definidos, vigorosos hasta el punto de marcar un tono distintivo en el escenario de sus actividades, pueden prestarse a expresar o simbolizar el grado sumo de pasiones, virtudes o vicios. Carlos Morales en la política representó la inconsecuencia. Al partido suyo lo abandona para empinarse en las alturas del poder, y entregado al sostén que le da el bando contrario, que le sigue por conveniencia momentánea, acaba por verse solo, convertido en instrumento de los tenidos por nuevos compañeros. (7)

Casi es un prisionero de palacio, y se ve forzado a poner su firma en decretos y resoluciones repudiados por su conciencia. Le parece, sin embargo, aunque reconoce estar cayéndose por un precipicio en el cual debe finalizar su carrera de político, que es posible torcer el curso de los sucesos, siquiera sea valiéndose de otro asidero donde él mismo lo había hecho imposible.

Al simple tirador de tiros, al oficial, al guerrillero, y también al individuo puramente civil que le prestó algún servicio en trance de peligro; a todos, cuando se le acercan en demanda de alguna paga o merced, no es raro que lo despida con desfachatado gesto, en nombre de los “intereses sociales”, tan perjudicados por el desorden de la política. A los más, los manda a trabajar, ofreciéndoles implementos de agricultura. Manifiesta paladinamente un profundo desprecio por el guerrillero (general), “esa plaga social que es necesario extinguir a toda costa”. Con ellos y por ellos ha escalado la Presidencia, y por esa razón se sienten sumamente resentidos, ávidos de venganza. Pero él no lo ignora, y en vez de disimular, se aferra más a ella, y declara que no necesita más que el apoyo del Presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt (8).

En el desprecio que hace de las ineludibles relaciones que crea al personaje en la vida pública, forma y levanta contra sí mismo la dolorosa reacción que es su mayor castigo. Los horacistas, que nunca fueron amigos de quien no perteneciese a su bando, no importaba el nexo formal de la alianza, le estrecharon gradualmente el círculo de acción, y cuando se vio en el punto asfixiante de ser cohibido para todo, desesperado, se decidió por buscar un refugio desde el cual reaccionar, acaso en forma de revolución, absurdo y ridículo recurso para él. Presidente de la República, despreciador de los tiradores de tiros, con la circunstancia de apelar ahora a los ex correligionarios. Determinó irse a Monte Cristy para reorganizar y dirigir desde allí la administración Pública. Contaba con la adhesión del Gobernador de Azua Justaquino Díaz, quien no llegó a decidirse. (9)

El vapor Independencia, de la Armada Nacional, cargado de pertrechos y prevenido para la empresa, ante el fracaso de los planes, fue llevado por su Comandante Francisco Catrain a Monte Cristy, donde lo recibió el Delegado del Gobierno Demetrio Rodríguez, que ya estaba de acuerdo con el Presidente. La noche del 24 de diciembre, año 1905, abandona Morales la ciudad de Santo Domingo, y se refugia en los bosques, inquieto con la oportunidad de embarcarse. Tras corta malandanza se fractura una pierna, pide garantía por mediación del Ministro Norteamericano, entra en la ciudad, recibido con un gesto irrisorio de la multitud, se asila en la Legación de los Estados Unidos, y a poco firma emocionado y con ojos arrasados, la dimisión como Presidente de la República. En coche, entablillada la pierna lesionada, con el acompañamiento de altos funcionarios y entre dos filas de la llamada Guardia Rural, instituida por él, desfila por una calle hasta ser puesto a bordo de un buque de guerra yanqui. La tripulación le hizo los honores de General. Momentos después le conducían a San Juan de Puerto Rico, Sucedió el mes de enero de 1906.

La cooperación indirecta de fuerzas navales norteamericanas donde quiera que las necesitó Morales no había faltado. Estuvieron presentes en Puerto Plata, enero de 1904, al atacar y ocupar Jesús María Céspedes la plaza; en la Capital, sitiada el mes siguiente; en Monte Cristy el mes de junio, cuando se firmó a bordo de un buque el pacto que puso término a la revolución; otra vez en 1905, días en que los horacistas no le permitían usar de su autoridad de Presidente. Y antes de salir para Puerto Rico, por mediación del Comandante de un buque surto en Puerto Plata, comunicaba cablegráficamente a Guelito Pichardo en Monte Cristy, que depusiera toda actitud de rebelión. (10)

El gran inconsecuente de la política criolla, no era, con todo, uno de tantos que van al poder a darse importancia, a disponerlo todo según su capricho y conveniencia personal, y a cabalgar orondos sobre los hombros del pueblo. Era un efectivo servidor de la sociedad. Concibe un programa de gobierno y le lleva a la práctica con el firme propósito de crearle a la colectividad una nueva faz de progreso material y cultural. Para los empleos públicos buscaba los hombres idóneos; a una caterva de guerrilleros sin empleos pero prendidos del presupuesto nacional, los fue llamando uno a uno para declararles que el “Estado no podía seguir manteniéndolos,,,” Todo empleado convicto de malversación de fondos o manejos inescrupulosos era inmediatamente destituido. (11)

Le preocupa el funcionamiento de la escuela, no de mentirillas, sino como quien tenía conciencia de lo que ese factor representaba para la evolución social. Tenía elevado concepto del maestro; gustaba de asistir a exámenes como oyente activo, y a los estudiantes sobresalientes les brindaba facilidades y ayuda económica, en forma de estímulo para seguir adelante. La administración de justicia, origen de tantos males y tan a menudo puesta al servicio de bajos intereses por la mayoría de los Presidentes, se desenvolvió con independencia. Las iniciativas de bien público las prohijaba. Los fondos del erario iban a su destino y la parte dedicada a obras públicas no se envolvía en los manejos particulares del Presidente y sus amigos. Le bastaba su sueldo, no por no necesitar más, sino por entender que honradamente no le tocaba un centavo más. (12)

En general, actuaba dentro de una diáfana moral administrativa. Le agradaba echarle en cara personalmente a un empleado su falta de honradez. Quería la cosa pública en manos de los mejores, no por políticos sino por aptos, en tanto que el pueblo trabajara, olvidado de los empleos, y sin dejar de leer. Por otra parte, no se le alteraron las maneras personales. Salía a la calle sin aparato oficial, y por donde quiera asomaba su silueta erguida, y en tono franco y jovial cambiaba saludos y palabras con todo el mundo. (13)

Desterrado, luego de arrojado de la Presidencia, carente de medios para regularizar la manutención de la familia, no tiene empacho en dedicarse a la ocupación de repartir billetes de la lotería entre determinado número de personas de Saint Thomas (14). Pasa el tiempo, no ve posibilidad de reintegrarse al país, y busca otros medios de subsistencia. El Presidente Cáceres, dio un decreto de amnistía que comprendió a todos los políticos desterrados. Un día del mes de agosto de 1908, desembarca Morales en Puerto Plata, con su habitual desparpajo. Visitó a Cáceres en su casa particular de Estancia Nueva, Moca. No pasó allí más de un día. La falta de asidero no le deja quedarse en el país y retorna al extranjero, declarando haber venido a una cuestión de familia.

Mientras tanto conspira, y como hay otros disgustados con el régimen imperante en la República, no le falta la oportunidad de una expedición revolucionaria. El año 1909, cuando precisamente ocurrió el gran temporal llamado de San Severo, el barco en el que venían los expedicionarios fue arrojado a las costas haitianas. Las autoridades expulsaron a los náufragos. Pretendían engrosar la Insurrección de esos días, nombrada de los recortados, por encabezarla rabudos descontentos del Presidente Cáceres, y en cuyas filas entraban principalmente bolos linieros. El temporal anegó todo el Valle del Cibao y en especial al suelo de Guayubín, donde estaba el cantón general, y, a la vez que ocasionó la pérdida de miles de ganados y también de vidas humanas, deshizo las partidas revolucionarias, las cuales empezaban ya a operar en campos de Santiago. Esa vez parece que la naturaleza quiso mediar en favor de la sociedad, que tenía paz y disfrutaba de los beneficios del trabajo.

A la muerte del Presidente Cáceres, organizó en Puerto Rico una expedición que desembarcó en las costas del Seybo a principio del año 1912. No tuvo tiempo de desarrollar campaña, pues a poco cayó prisionero. Conducido a Santo Domingo, a su llegada recibió en la Fortaleza Ozama la visita del Presidente Eladio Victoria, hombre sencillo y alma generosa, con presidencia y sin ella, que le fue a saludar como ex Presidente. A la vez reclamó consideración para el prisionero, y mientras duró el encarcelamiento, unos diez meses, le hizo llegar diariamente, y en forma obsequiosa, de lo servido en su mesa de Primer Magistrado, tal como si se tratara de un huésped de distinción. Victoria había sido uno de los únicos Ministros que en el año 1905 respetaron la autoridad del Presidente Morales.

En libertad quiso derivar algún partido de la confusión reinante por aquellos días, pero la desconfianza de los otros le dejaba solo. Finalmente aceptó el cargo de Enviado Extraordinario de la República ante las principales naciones europeas. No estaban extinguidos todavía sus propósitos de realizar un amplio y civilizado programa de reforma social desde la Presidencia de la República. Le sorprendió la muerte en París.

Los hermanos Agustín y Carlos Morales eran hijos de Agustín Morales e Isabel Languasco. Aunque de Saint Thomas aquel, y ésta puertoplateña, ambos apellidos, oriundos de la isla, fueron de los asimilados por el núcleo social Puertoplateño. (1868-1914).

 

Nuestras observaciones sobre la biografía de Carlos F. Morales Languasco, escrita por Rufino Martínez:

 (1) Es posible que al lector pueda parecerle un poco exagerado el señalamiento de que a un muchacho que ingresara muy joven a un seminario y luego hiciera vida sacerdotal hasta los 34 años, se le pudiera atribuir aspiraciones de ser Presidente de la República desde que tuviera discernimiento.

(2) El motivo de Morales Languasco, para participar en política, era el de mejorar las condiciones sociales de su pueblo como bien expresa el autor en los párrafos que señalamos con los números 11, 12, 13 y 14. Los logros de su Gobierno así lo confirman. Por demás, su interés personal debe considerarse que es el mismo al que tiene derecho todo el que participa en actividades políticas.

(3) De siete ministros designados por Morales en el Gabinete había tres jimenistas, más él (que era el Presidente) que provenía de esas mismas filas, los otros cuatro ministros eran horacistas. Otros jimenistas fueron designados como gobernadores en diferentes provincias, hasta que se levantaron en armas al conocer que Morales L., que no había sido tomado en cuenta por Juan Isidro Jimenes para la candidatura vicepresidencial de su partido, había aceptado la candidatura presidencial ofrecida por los horacistas. Luego de la insurrección fueron destituidos dos ministros, Miguel Andrés Pichardo (Interior y Policía), que ya había sido elegido por Jimenes para la candidatura vicepresidencial, y Manuel Arturo Machado (Relaciones Exteriores). Decir que al inicio de la revolución “se notaba la preferencia de Morales por los horacistas y que, al trasladarse a la Capital, procedió descaradamente repartiendo entre sus nuevos adictos las posiciones dominantes” puede parecer injusto. Precisamente, tomando como ejemplo estas dos posiciones, de los ministros destituidos luego de estallar La Desunión, Machado (Relaciones Exteriores) y Pichardo (Interior y Policía), puede apreciarse que eran de las de mayor importancia. Las otras eran las de Obras Públicas, Hacienda y Comercio, Justicia e instrucción Pública, Correos y Telégrafos y Guerra y Marina.

(4) En este párrafo, el autor, describe lo ardua y precaria que fue la lucha del Gobierno para mantenerse en el poder. Señala que el Presidente estuvo presente en todos los frentes con los barcos de la Armada Dominicana y que no flaqueó un solo momento. Aunque se entiende que, de haber sido ciertos los rumores de sus adversarios, hubiera sido mucho más fácil con el apoyo de alguna unidad naval o terrestre de los Estados Unidos, como sugiere el autor más adelante.

(5) Una verdad a medias también es una mentira a medias. Si bien esa acción favorecía de manera casual a los del Gobierno, lo cierto es que el motivo del bombardeo a Pajarito (Villa Duarte), que se explica detalladamente en otro espacio de este blog, obedeció a que los sitiadores habían herido de muerte al maquinista de un buque de guerra norteamericano y tirotearon otro barco mercante de esa nación mientras era escoltado hacia el muelle por un crucero, lo que originó el ataque a los rebeldes, pero el motivo no era favorecer al Gobierno. Los documentos del Departamento de Estado define ese incidente como un litigio internacional entre los Estados Unidos y República Dominicana. (ver en internet: The Santo Domingo Affair)

(6 y 6 bis.) Aunque el autor destaca que “perseguía el mando de cualquier manera, para organizar la nación dominicana y no para beneficio y placer de su persona, familia o amigos” así como resalta la “moral política del Presidente”, se refiere al asunto de las aduanas como un acuerdo que Morales Languasco decidió de manera casual o caprichosa, como que nada tuvo que ver el Protocolo de enero de 1903, ni el Laudo Arbitral de 1904, ni el asedio que mantenían sobre la República 15 buques de guerra de las cinco potencias más grandes del mundo con la finalidad de ocupar las aduanas. Luego se refiere a la Convención y al Modus Vivendi como si nada tuvieran que ver con todo lo anterior.

(7) La inconsecuencia que el autor le atribuye fue explicada en el comentario No. 3., además, la oposición tajante de Ramón Cáceres para que a Juan Isidro Jimenes se le entregara la Presidencia suponía una ruptura violenta de ambos bandos.

(8) El apoyo, que cita, de los norteamericanos, que nunca tuvo para sostenerse en el Gobierno, o para contrarrestar a sus adversarios. Es preciso señalar que, en esa época, luego de caer la dictadura de Ulises Heureaux, la prensa gozaba de mucha libertad, los medios estaban muy inclinados hacia las dos principales corrientes políticas y se echaban a correr muchos rumores. Los señalamientos que el autor presenta como defectos de inconsecuencia, de Morales Languasco, son presentados luego como virtudes en el párrafo que señalamos con el No. 11.

(9) Dice que “se decidió por buscar un refugio desde el cual reaccionar” y “Presidente despreciador de los tiradores de tiros, con la circunstancia de apelar ahora a los ex correligionarios”. El Presidente no gestionó el apoyo de los “tiradores de tiros”, Demetrio Rodríguez le había ofrecido su respaldo desde antes de la crisis del 6 de diciembre de 1905, mediante una nota escrita, respaldo al que Morales no había respondido. Llegaron las cosas a un extremo de acoso, por parte de sus enemigos dentro del mismo Gobierno, que decidió aceptar el apoyo ofrecido como refiere el mismo Rufino Martínez en el Diccionario Biográfico Histórico, en la biografía que escribe sobre Demetrio (Pág.429), que dice:

“Finalizaba el año 1905. El Presidente Morales acorralado en palacio, en peores condiciones que un preso de confianza, recibió la oferta del Delegado Demetrio Rodríguez de apoyarle contra sus opresores, si le enviaba refuerzos de armas. El crucero Presidente cargado de pertrechos debía arribar con el Presidente de la República a la jurisdicción del Delegado, pero llegó sin el mandatario, y en posesión Rodríguez de tales recursos, organizó seguido un movimiento revolucionario, destacando fuerzas sobre la plaza de Santiago, mientras él paso a operar sobre Puerto Plata”

(10) Este planteamiento, que nadie ha podido sostener, citando las unidades militares norteamericanas que lucharon en apoyo al Gobierno, y que es contradictorio al párrafo señalado con el número 4, no tiene asidero real.

 (11) En este sentido dice el puertoplateño Sebastián Rodríguez Lora, refiriéndose a Morales Languasco, en su libro “Estampas de mi Pueblo”, lo siguiente. Citamos:

“Su fórmula ideal era sencilla: trabajo, apoliticidad de fines, pulcra honradez administrativa. Estas tres cosas funcionaron con Morales Languasco como un engranaje biológico”. (Pág. 107)

(11) (12) (13) y (14) En estos cuatro párrafos se reconocen las virtudes más significativas que pueden atribuirse a un Presidente que sirve a su patria en las circunstancias más adversas, con acrisolada honestidad y con deseos de lograr las mejores condiciones de bienestar para su pueblo. Si la ambición que le atribuyen sus detractores era para hacer esas cosas…. ¡¡¡Qué bueno!!!

Carlos Danilo Morales Miller

(Email: carlosdanilomorales@gmail.com)

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